¿Qué lugar ocupan las emociones en la terapia de pareja?
“El mundo necesita buenos terapeutas más que nunca. Y los buenos terapeutas necesitan una forma clara de ver a los seres humanos, un mapa de sus batallas y una ruta clara para guiar a sus consultantes hacia la plenitud y la salud…
El camino hacia adelante es honrar tanto el corazón relacional de la práctica psicoterapéutica y la sabiduría de nuestras emociones en sintonía con la ciencia del apego que guíe nuestra labor” (Johnson, 2019).
Susan Johnson
1947-2024 D.E.P
¿Qué lugar ocupan las emociones en la terapia de pareja? Para la Terapia Centrada en Emociones creada por Leslie Greenberg y Susan Johnson, las emociones se ubican en el centro del trabajo terapéutico, pues se trata de una dimensión que no sólo se registra en el cuerpo y en los entendimientos originados en nuestra historia afectiva, sino que también organiza nuestras relaciones, nuestras intenciones y nuestras acciones presentes y futuras.
Citando a Leslie Greenberg (2010), “La emoción es una experiencia relacional que conecta al individuo con su entorno y lo dispone a la acción”. Desde esta idea, las emociones se componen de sensaciones corporales, de memorias de nuestras historias con otros con quienes nos hemos relacionado y son el punto de partida para las acciones que emprendemos en busca de nuestros anhelos y esperanzas, así como al encuentro de nuestros miedos y soledades.
La propuesta terapéutica de Greenberg y Johnson, nos aproxima al mundo interno en el que habitan los anhelos de conexión de las personas que nos consultan. Se trata de una expedición conjunta al mundo emocional de cada miembro de la pareja que nos invita a revisitar historias de un modo tan vivencial y cercano que les permita tener acceso a esos miedos y anhelos no cumplidos que les mantienen relacionándose con su pareja de una forma que les desconecta.
Susan Johnson decía que la Terapia Centrada en Emociones encuentra el problema de la pareja en la forma como danzan juntos y el modo como cada uno recibe las señales emocionales de su pareja y reacciona ante ellas desde su propio repertorio de respuestas, lo cual no sólo mantiene una “danza negativa” sino que los orilla a un lugar solitario y doloroso dentro de la relación.
Partiendo de la premisa de que “la emoción es la música de la danza de la pareja” (Johnson, 2008), durante las sesiones, las parejas se acompañan en un proceso de corregulación emocional que los llevará a constituirse como un lugar seguro para que su pareja pueda explorar y expresar tanto lo que le está sucediendo en su realidad interna como lo que le sucede en la “danza” con su pareja.
En las sesiones, el terapeuta acompaña a la pareja a identificar las emociones presentes para integrarlas a sus anhelos de conexión, lo cual los lleva a ubicar la forma personal en que necesitan sentirse amados por su pareja. En este recorrido, cada miembro de la pareja funge como testigo del relato emocional del otro, sin evitar sentirse tocado de alguna manera en su propio mundo emocional.
El relato vivencial y la exploración de los anhelos de conexión y las historias detrás de ellos, da lugar a un tejido que sostiene a la pareja mientras van hallando modos de relacionarse distintos, seguros y cercanos a su experiencia emocional en la relación, llevándose a una relación más nutritiva para sí mismos y sus parejas. Este encuentro no sólo amplía la perspectiva de cada uno con respecto a la vivencia de su pareja dando luz sobre aquello que su pareja necesita, sino que permite entender qué parte de ello puede ser ofrecido desde la relación de pareja y qué parte da pie a un trabajo personal del cual el otro puede ser testigo y acompañante, permitiendo la agencia personal hacia el crecimiento y la transformación individual.
El presente artículo forma parte de la publicación: Mayo 2024. Especialización en terapia de pareja Crisol. Boletín Crisol. Año 1, Vol. 2.

Acerca de la Autora
Harumi Chong
Es psicóloga por la UNAM y terapeuta familiar por Crisol.
No Comments